Será aquí mi humedad, mi idiolecto, mi lengua húmeda. Nuestra humedad, el español, la lengua nuestra.
La Humedad, la lengua toda, el músculo de lo humano, peregrinaje de babas:

toda ella, la lengua, soporte de nuestra humanidad, húmeda mortandad, toda ella, imperecedera: la Lengua Húmeda.

Espera

Allá por la noche quieta,
la del canto abnegado, la del ocio,
ese quebrado tiempo por la desesperanza,
allá donde la primera estrella asomaba opacidad,
y las luciérnagas,
y las aves no trinaban
como en el verde a media tarde,
ahí,
cuando el poeta trasnochaba
pudo andar,
andar así de sombra contigua,
con el silencio.
Y entre los dedos un manojo de tila.
Casi como un bolígrafo sedado.
Tan poco había de señuelo en los espíritus,
aquella noche parda,
para la óptica desaguisada
para el verbo inexpresiva,
que así con el silencio,
recorriendo muros sin algarabía
sepulcros de días añejos y callados,
así con la hierba entintada
así con la hoja humedecida
la frente en lo alto
y el silencio a cuenta gotas,
rodando,
rodando altivo, rodando bajo
sostuvo su pulso el poeta,
hasta el amanecer
sosegado.