Será aquí mi humedad, mi idiolecto, mi lengua húmeda. Nuestra humedad, el español, la lengua nuestra.
La Humedad, la lengua toda, el músculo de lo humano, peregrinaje de babas:

toda ella, la lengua, soporte de nuestra humanidad, húmeda mortandad, toda ella, imperecedera: la Lengua Húmeda.

De ajuares

Atraveo la cáscara del fruto seco,
miope a sus arrugas, indiferente,
me suceden lisas sus plataformas,
al ser mis ojos un sondar,
un tanto histeórico,
un tanto travieso.
También un puño escéptico,
y descreo ese mote
de cadáver de ultratumba
que las letras ufanan de sí,
y al usarlas fresca,
frescas se entrevisten de mi pulso.


Ya su polvo me huele a denuncia:
entonces presta,
del tabique extraigo,
un estornudo que retire su ajuar añejo
una mofa etimológica
que al menos las recuerde,
menos pasa, más lustrosas.
Sucede me da tristeza,
verlas estáticas en el desuso
el de la vanguardia que encofra
las que nadaban con el cisne
y luego fueron degolladas,
las que nadie habla por temer
lucir anticuado
en el moderno desfile de grafías.