Será aquí mi humedad, mi idiolecto, mi lengua húmeda. Nuestra humedad, el español, la lengua nuestra.
La Humedad, la lengua toda, el músculo de lo humano, peregrinaje de babas:

toda ella, la lengua, soporte de nuestra humanidad, húmeda mortandad, toda ella, imperecedera: la Lengua Húmeda.

Poeta en el librero

Gins y Ke para rolar grafías, sí
pero siempre Am y Vic como un manojo de hierbas,
tensión favorita de las hebras imaginarias,
aunque siempre cimbre más el sismo,
con Cor y Mill,
los apátridas.
Sobre todo porque nunca
ni Dos, ni Tols, ni Hug, ni Goe,
me han conmovido;
nunca como los venerables
allí donde mis noches,
se recuestan al abrazo de los vicios.
A ellos los tomo prestados,
en el tímpano,
De y Gir y Bre trazando un hilo,
para el deseo de la eternidad,
y bajo el cuero del tambor,
Gill y Mil,
y del Ecuador, los descendientes .
El resto de la cuadrícula: inhabitada de apócopes,
Derr y Nie, y Hei, y los Her, Par, Zen,
al servicio del devenir
brincando en el hilo perpetuo de lo dialéctico,
con la sombrilla contestaria en la mano.
Ya ni qué decir de los pendientes en el lóbulo,
Lez, y Mar, Gram, Lei
cuando ciegamente he recorrido a Bor
con mis poco diestros talones para el són.