Siempre esperan las suelas,
como en cuclillas, atadas al silencio,
de un silbato que se llama nosotros:
!Que la carrera empiece!
y allá delante
el picaporte garante de la ausencia.
¿Que será del tiempo que hoy estrecha?
Las vacas tintineantes te consuelan devenir,
e inmanente se asoma la ruta improcesada,
circundada por montes y lagos,
que si llegas te verás a ti mismo
y no bastarán los dientes para morderte,
el señuelo de las uñas,
del propósito la angustia
el sol que arde en tu nuca y que nunca te recuerda,
cuándo regresar se debe,
—la luna que nunca desenchufa
la sien de tus entrañas.
¿Qué haces ahí? canta el gallo septentrional,
cuando el verano no concuerda, con los gélidos espasmos
de tu espalda que consiente en erguirse.
El mar un sin fin te saluda,
duplicado en los cristales de los rascacielos,
ahí donde el mundo es un biombo reflector
ya la posibilidad se ciñe a tus pestañas,
que caen intermitentes
e insisten en pugnar,
la batalla voluntaria.
Entonces frito en un sartén
te arde la brea en los límites,
los talones contrapuestos al espíritu;
y allá el asfalto proclamado,
tu huella al polvo, una caricia,
monumentos frágiles de remembranza.
¿Qué has hecho ayer?
Una mecanógrafa dictaba pulsos
perseguía la innombrable alegoría,
del minuto trascendente:
pescó un resfriado.
Tú eras baño de nitrógeno y al bajar la guardia,
cayó tendido el infranqueable absurdo,
parálisis en el ojo del rebaño:
conciencia le llaman.
Un transeúnte pisó tus talones,
la mecánica del progreso ató las cintas,
a tu sombra gravitatoria:
te han llamado por tu nombre.
Y apenas alzabas la mano para decir presente,
el otoño regó sobre ti anónimas lluvias,
¿acaso anhelabas granizos adnominales?
El año nada te tiene augurado,
¡anda y clava tu esperanza a esta bolsa de canicas,
—a la verde le ha sido designado el caduceo,
mero pretexto para agitar la lengua y la cerilla —!
Has tomado la parda,
libertad le dicen, hazle caso.
Ahora un tajo del pastel espera al umbral,
y retroceder,
es sólo una opción entre millares.
Perilla de aire viejo, meditas un instante,
¿Qué haces aquí? canta el gallo meridional,
prepara tu equipaje: no sabrás nada.
Será aquí mi humedad, mi idiolecto, mi lengua húmeda. Nuestra humedad, el español, la lengua nuestra.
La Humedad, la lengua toda, el músculo de lo humano, peregrinaje de babas:
toda ella, la lengua, soporte de nuestra humanidad, húmeda mortandad, toda ella, imperecedera: la Lengua Húmeda.
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