Será aquí mi humedad, mi idiolecto, mi lengua húmeda. Nuestra humedad, el español, la lengua nuestra.
La Humedad, la lengua toda, el músculo de lo humano, peregrinaje de babas:

toda ella, la lengua, soporte de nuestra humanidad, húmeda mortandad, toda ella, imperecedera: la Lengua Húmeda.

Dia cero

Bajo un árbol, caminante
con un mechón de hojas,
mi frente acaricio.
Es consuelo metafísico,
sentirme provocada,
por las ínfimas falanges de la tierra.

Aun es día en que lo necesario me parece,
el mito más político,
como si aquí estuviese la tierra
para ser gobernada por nuestro único erotismo.

Un árbol me acaricio y no comprendo
a que cromo-fuerza conferir
la intención de haberme hecho frontera.

Ahora escucho al aire que me desdibuja
y trago coordenadas efímeras
para relatarme como signo:
una mera correlación,
opuesta a las gardenias y las aves.

Brincan de pronto las piedras,
y supongo una suerte de estatismo;
un todo que insiste en reformarse
como yo mi edad mis años
mis anclas y mi piélago.

Aun es día en que me abriga solamente,
la idea de una muerte anular:
el temblor del hombre, las libélulas
la ajada historia de mis manos;
la memoria de lo ausente que acaricio,
ahora
con la misma rama
bajo la misma sombra.